BREVE RESEÑA HISTORICA
Todo empezó unos pocos años después del ingreso de España en la Unión Europea. Un pequeño grupo de jóvenes españoles que habían llegado a Bruselas con sus familias para trabajar en las instituciones europeas y en la OTAN, se reunían alrededor de la Eucaristía semanal en el Hogar Católico Europeo, dirigido por los padres jesuitas.
Su enorme ilusión por el proyecto europeo era alentada por una fe católica sólida la cual buscaba fuentes de formación para los más pequeños de sus familias y daba alas para practicar y difundir esas tradiciones tan arraigadas del sur de España. Así, a finales de 1993, se organizaron en el Hogar Católico para celebrar en Bruselas la Misa de Navidad al estilo de las misas cantadas rocieras, como preámbulo al ansiado reencuentro con sus familias en sus respectivas vacaciones navideñas en España. Eran épocas aquellas en las que las distancias eran más imponentes que en la actualidad, y el reencuentro con los familiares queridos se deseaba con ansias.
Es al año siguiente cuando esta incipiente ilusión se consolidó en un coro que cantaría sevillanas y otras canciones rocieras y andaluzas en la Santa Misa. Poco a poco, atraídos por la alegría característica de todo aquello que cuenta con matices marianos, se acercaron a estas reuniones y celebraciones, personas y familias del resto de España, de Bélgica, Francia, Italia, Reino Unido, Polonia y de países de otros continentes como Colombia, Argentina y Venezuela. Es que los proyectos de Ella, como los de su Hijo, empiezan siempre por una pequeña semilla que florece, paso a paso, en un gran árbol.
Estas actividades generaban una atmósfera de alegría y confraternidad en este creciente grupo que se concretaba en reuniones en casas de familia, festejos compartidos, oración... hermandad al fin y al cabo en torno a una figura, María Santísima. El grupo maduraba y se consolidaba. Así, en Pentecostés de 1995, coincidiendo con la Romería, se celebró por primera vez una Misa Rociera en Bruselas, en el Hogar Católico.
Aunque la creación de esta Hermandad ha sido el fruto del trabajo de más de un centenar de mujeres y hombres con un gran amor a María Santísima, es justo subrayar que la visión, la innovación y la dinámica de esos primeros años fue liderada por un hermano muy querido, D. Francisco Manuel de las Heras, ya fallecido, secundado por su esposa Mary Loly Ojeda y sus hijas, junto a sus inseparables vecinos Ana Celdrán y Arturo Sanabria, que supo canalizar la ilusión y la generosidad de mucha gente que quiso participar de aquella alegría.
Como corolario de esa primera Misa rociera de Pentecostés, se organizó la primera peregrinación de acción de gracias a la Ermita del Rocío por parte de unos 40 integrantes de este grupo, que acudieron con sus familias a las plantas de la Virgen en agosto de 1995, coincidiendo con el “Rocío Chico”, fiesta que conmemora el solemne voto que el pueblo de Almonte hace a su Patrona. El entusiasmo fue grande, algo desconcertante para personas que no habían tenido ninguna experiencia ni afinidad por esta devoción mariana en su advocación de Nuestra Señora del Rocío. Constituyó para muchos una especie de “reconversión mariana”. Este peregrinaje supondría la primera experiencia de lo que se convertiría más adelante en el camino de un pueblo europeo que no hace más que ratificar sus orígenes marianos.
Esto no fue flor de un día, y al año siguiente se organizó nuevamente la Misa rociera de Pentecostés, además de la actividad continua del coro rociero durante todo el año. A la segunda Misa de Pentecostés de 1996 y la celebración posterior acuden unas 700 personas, contando con la participación de la peña andaluza de Vilvoorde. Alentado por ese interés en la devoción mariana con sello fundamentalmente andaluz, Francisco Manuel propone ese mismo Lunes de Pentecostés de 1996 la creación de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Bruselas, con el objetivo de afianzar la incipiente devoción rociera en la capital europea y reivindicar el matiz mariano de aquella joven Europa. Se transmitía los valores propios de la espiritualidad rociera, tales como la fraternidad, la alegría, la plegaria y la oración. Y la forma de vivir nuestra fe, que toma como modelo a la Virgen del Rocío, tenía como máxima expresión la peregrinación cada año a la Ermita del Rocío en la Festividad de Pentecostés, difundiendo la devoción mariana con la alegría propia de los rocieros así como ejerciendo la caridad, que ya muchos practicaban, pero de una forma organizada y coordinada.
La respuesta fue unánime y todos los integrantes de este grupo se adhirieron a esta primera idea. En unos pocos meses, les hermanos se movilizaron, se nombró la primera Junta de Gobierno presidida por la muy querida Hermana María Luisa de la Vega Benjumea y se celebró la Asamblea de Constitución de la Hermandad.
Y después de muchas misas cantadas y de mucho esfuerzo demostrado, el día ocho de diciembre de 1996, la Hermandad del Rocío de Bruselas se erige canónicamente como asociación de fieles católicos, adscrita a la Archidiócesis de Malinas-Bruselas, mediante la aprobación por Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Godfried Danneels, Arzobispo de Malinas-Bruselas y Primado de Bélgica, así como de los Estatutos de la Hermandad fechados en el cinco de octubre de 1996. Todo ello en fiel cumplimiento del can. 298-320 del Codicis Iuris Canonici. En ese momento comienza oficialmente el “peregrinar” de esta corporación para ser reconocida con el nombramiento de Hermandad Filial de la Pontificia, Real e Ilustre
El Hogar Católico Europeo y el Capellán jesuita P. Bernard Lestienne s.j. así como el primer Jefe de Misión de la Nunciatura Apostólica de su Santidad Juan Pablo II ante la Unión Europea, Monseñor Alain Paul Lebeaupin y las diócesis de Bruselas y Namur sostuvieron especialmente los comienzos de la joven Hermandad.
Monseñor Lebeaupin aceptó la Capellanía de Honor de la Hermandad en carta fechada el 7 de octubre de 1997. La Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Bruselas quiso poner de manifiesto con este nombramiento su especial preocupación por trabajar dentro de los programas de la pastoral europea.
Antes, el ocho de enero de 1997, la Hermandad del Rocío de Bruselas recibiría la Bendición Apostólica de manos de Su Santidad Juan Pablo II, un Papa que se declaraba ante todo mariano, y en especial rociero.
Con el esfuerzo de todos se diseña y realiza el Simpecado, estandarte de la Hermandad. Es una obra artística austera realizada sobre terciopelo azul magenta –color de la bandera europea– en los talleres sevillanos de Orfebrería Villarreal. La Virgen, en plata sobredorada, aparece rodeada de un Rosario y éste por trece estrellas: doce de ellas de cinco puntas (bandera de la UE), y una de cuatro en representación de la estrella del Norte y de la OTAN. La medalla de los hermanos es también sobria, confeccionada en plata con un dibujo similar al del Simpecado. La Virgen con sus atributos de Reina está rodeada por un rosario colocado a la manera de cruz pectoral. Bordura con estrella de cuatro puntas y doce estrellas de 5 puntas. Está timbrada por el arco, símbolo de las arcadas del Cincuentenario de Bruselas.
Cuando parecía que la mayor ambición estaba cumplida, Francisco Manuel propone y se aprueba desarrollar un nuevo gran desafío, el Camino Europeo del Rocío. Este es un trazado de unos 3000 kilómetros que une Bruselas con El Rocío, pasando por importantes Santuarios marianos de Bélgica, Francia y España. Comienza en la Basílica Nacional del Sagrado Corazón de Bruselas, pasa por 9 santuarios marianos de Beauraing, Chartres, Rocamadour, Lourdes, Zaragoza, Madrid, Andújar, Sevilla y El Rocío.
Con la aprobación de la Hermandad Matriz y el madrinazgo de un gran número de Hermandades filiales, Francisco Manuel, Alain Maurech-Siman, María Luisa de la Vega y otros muchos fueron hermanando cada uno de estos grandes santuarios marianos donde tantas personas han prestado devoción y honra a Nuestra Señora. Fue una tarea ciclópea para una Hermandad joven, sin recursos y poco conocida.
Otro momento muy especial del año es la Peregrinación Extraordinaria, la visita que cada Hermandad realiza una vez al año a María Santísima del Rocío. Para la Hermandad de Bruselas, encontrarse cada año en diciembre con su Madre celeste es casi un acto familiar, pues nuestra peregrinación tiene lugar pocos días después del nacimiento de Su Divino Hijo. Ese encuentro entrañable de una Madre con sus hijos lejanos nos renueva y nos da aliento y fuerzas para seguir nuestro camino cotidiano teniéndola a Ella como norte y guía. Es también un momento de convivencia y compartir entre hermanos y amigos que viven separados durante el año.
Desde sus orígenes, la Hermandad de Bruselas ha tenido un fuerte componente de movilidad de sus miembros debido a sus condiciones de trabajo tanto en las instituciones europeas como en los trabajos particulares. Una buena parte de los hermanos fundadores residen nuevamente en España u otros países. Esto obliga a la Hermandad a un particular esfuerzo de atracción de nuevos miembros y simpatizantes en Europa, así como en la formación de los mismos en la devoción rociera. Por esto la importancia del apoyo de otras filiales ya experimentadas en la devoción rociera.
La visión de los fundadores de la Hermandad y de las nuevas generaciones ha sido el de abrir la Hermandad a todas las personas de buena voluntad, recibiéndolas como son, sin exigencias particulares, con un espíritu europeo de libertad y compromiso. Como habría sido el Hogar de Nazaret donde María y José formaron al Hijo de Dios. Además, este ambiente de amistad y confraternidad es potenciado con el colorido de los trajes andaluces, el encanto de las canciones y música rociera y la elegancia de la danza andaluza en un ambiente de profunda devoción mariana. Se combina la ortodoxia de la Fe con la hermosura y dulzura de Nuestra Madre para recibir a sus hijos menos cercanos, pero no menos amados.